DRA. INÉS ORTIZ SVPP TRUJILLO.
El primer paso para la educación del niño se da cuando se establecen en el hogar maneras precisas, lugares y horas fijas para algunas actividades que tienen que ver con la conservación de su salud y con la organización del funcionamiento familiar. Se denomina Hábito a toda conducta o acción, que se repite en el tiempo de modo sistemático, formando parte de la vida misma. Los hábitos por lo general son movimientos sencillos de las personas para complementar su vida de momentos y funciones.Los hábitos se forman por repetición o imitación. Si el niño vive en un ambiente en el cual los miembros de la familia tienen una rutina para cada cosa, aprenderá estos hábitos sin necesidad de que el adulto se esfuerce para inculcárselos. El aprendizaje es un cambio de conducta que resulta de la experiencia o de la simple repetición del acto, esto es, el niño copia lo que ve hacer al otro y adopta como propios los valores, actitudes y comportamientos de aquellas personas a quienes admira y ama. Formar hábitos significa enseñar al niño a satisfacer sus necesidades según cierta organización, siguiendo un orden y un horario establecidos con anterioridad. Así, el niño va aprendiendo lo que se espera de él y lo que él puede esperar de su ambiente, con lo que se evitan situaciones diarias que pueden causar malestar en el hogar. Cuando la rutina vaya a cambiar por algún motivo, comuníqueselo al niño con anticipación. Los hábitos que el niño va adquiriendo por la repetición de actividades le proporcionan estabilidad, garantizan el funcionamiento normal de su cuerpo y la satisfacción adecuada de sus necesidades. Todo ello le permite crecer y desarrollarse normalmente. Pero, además, la formación de hábitos le proporciona otros aprendizajes fundamentales. Si en la familia los padres piden siempre las cosas con un por favor y dan las gracias, el niño aprenderá las rutinas de convivencia de manera natural. Si vive en un ambiente de respeto y consideración, el niño aprenderá a interesarse por los demás. Es indispensable que a medida que el niño crece se le vayan dando pequeñas responsabilidades según sus capacidades: llevar la ropa sucia a su lugar, guardar sus juguetes cuando ha terminado de jugar, entre otras, intentando que sea una actividad del día a día para que se convierta en un hábito. El tener pequeñas responsabilidades aumenta su sensación de ser capaz, su autonomía, además de ser una excelente herramienta en la construcción de la disciplina. Para un buen desarrollo infantil es necesario el acompañamiento de los adultos que para el niño son significativos. Estos adultos deben ser flexibles para responder a sus necesidades, además de amorosos y comprensivos para establecer normas claras respecto a lo que le exigirán y hasta dónde lo acompañarán.
DRA. INÉS ORTIZ SVPP TRUJILLO