DRA. INÉS ORTIZ ALEMÁN.
EL NIÑO METE LOS PIES.
Uno de los aspectos que más llama la atención al fijarse en la marcha de los niños es la dirección en la que apuntan los pies; un porcentaje mayoritario de la población camina con los pies apuntando al frente o ligeramente hacia afuera, pero algunos los sacan hacia afuera de forma exagerada y muchos otros los meten más de lo que nos puede parecer normal. A esto se suele unir en el caso del niño pequeño las caídas frecuentes, debidas más a su inmadurez motora que a esta posición de los pies, que incrementan la preocupación y el deseo de hacer algo para corregirlo y evitar problemas futuros. Estas variaciones se conocen como alteraciones rotacionales de la marcha; más que alteraciones son variaciones más o menos exageradas de la normalidad que generalmente van a mejorar espontáneamente a medida que el niño crece y que no van a dar problemas. Pero ¿a qué se debe que los pies apunten hacia adentro o hacia afuera? En ocasiones alteraciones de la forma de los pies pueden ser las causantes, pero la mayoría de las veces la respuesta no está en los pies. La exploración física es fundamental para descartar una patología subyacente responsable y para localizar el origen de la alteración rotacional. Normalmente la orientación de los pies se debe a la forma que tienen los huesos de nuestras piernas: el fémur y la tibia. Estos huesos presentan una rotación sobre su propio eje variable de unas personas a otras, condicionada por sus genes. Si alguno de ellos está más rotado hacia adentro los pies apuntarán hacia adentro; lo mismo hacia afuera. A la rotación del fémur sobre su eje se le llama anteversión femoral; si esta rotación presenta un valor interno mayor que la media se habla de anteversión femoral aumentada y los pies apuntan hacia adentro; si la rotación es más externa se habla de anteversión femoral disminuida o retroversión femoral y los pies apuntan hacia afuera.
Con la tibia ocurre lo mismo, podemos tener una torsión tibial interna o una torsión tibial externa que condicionan la orientación del pie. Los niños tienen una rotación interna de fémur y tibia mayor que la que van a tener de adultos. Y esta mayor rotación interna del fémur hace que sean capaces de sentarse en posición de W. A medida que crecen tanto fémur como tibia van rotando hacia afuera, con lo que los pies van saliendo. Esto ocurre aproximadamente hasta los 10 años y es variable de unos niños a otros. Y esta es una evolución natural que no se puede modificar con ningún tratamiento. Las plantillas, calzados especiales o aparatos no van a modificar esta evolución y sólo se va a conseguir incomodar al niño. Es excepcional que cuando el niño sea mayor la posición de los pies no sea adecuada, y no le va a traer consecuencias negativas. Si así fuera la solución pasa por la cirugía, pero es excepcional. Si hay dudas sobre la forma de andar de sus hijos deben acudir al pediatra o a un especialista en traumatología y ortopedia infantil para que lo valore, y no inicien tratamientos innecesarios y molestos para el niño.
DRA. INÉS ORTIZ ALEMÁN. SVPP TRUJILLO