Dr. Javier Garrido.
Sales de rehidratación oral y probióticos caseros.
En Internet existe la receta para todo, sobre todo en época de crisis. Algunas son útiles, pero hay muchas peligrosas, en particular en el campo de la salud. Sabemos que las sales de rehidratación oral (SRO) han salvado miles de vidas, pero cualquier día pueden no estar disponibles. ¿Qué hacer? Navegamos y encontramos mil fórmulas. ¿Servirá alguna?
Un consejo: si la receta tiene como unidad de medida el “pellizco”, ¡huya!
¿Es factible preparar SRO caseras, que sean útiles y seguras?
En aquellas situaciones en que no se puede acceder a los sobres de SRO, es viable elaborar en el hogar un sucedáneo con elementos disponibles con relativa facilidad: agua, sal común y azúcar (sacarosa). La Organización Mundial de la Salud recomienda que a un litro de agua se le añadan 3 gramos de sal de mesa, y 18 gramos de sacarosa. De manera práctica:
1- Medir un litro de agua previamente hervida (¡Ojo! Esto no es lo mismo que “hervir un litro de agua”).
2- Añadir una cucharadita rasa de sal de mesa.
3- Añadir ocho cucharaditas rasas de azúcar común.
4- Disolver a conciencia.
La cucharilla que sirve de medida debe ser la de café (los angloparlantes le llaman teaspoon) cuya capacidad son unos 5 cm3. También se puede emplear una cuchara medidora de cocina.
Así preparada, las SRO caseras tendrán una concentración de unos 116 mmol/l de glucosa, y aproximadamente 86 mmol/l de sodio, aunque la variabilidad puede ser grande. Obviamente, no tienen todas las ventajas de las SRO convencionales (éstas contienen glucosa en lugar de sacarosa, y además aportan citrato y potasio) pero cumplen su función de manera aceptable. Es importante ser cuidadoso con las medidas, ya que tanto el exceso como el defecto de cualquiera de los componentes son perjudiciales.
¿Y los probióticos?
Los probióticos han logrado a nivel popular una reputación poco congruente con su modesta utilidad clínica, incluso por encima de las SRO. Mucha gente los ve como una panacea para los problemas gastrointestinales. Como era de esperarse, al empezar a escasear surgieron en el mercado de la superchería los probióticos caseros. La receta que circula en las redes sociales se presenta como la Enterogermina casera, y consta de agua y bicarbonato. Nada más.
En esencia, un probiótico es una sustancia que contiene microrganismos vivos o viables, bacterias u hongos, que al ingerirse tiene efectos beneficiosos. Si hablamos de diarrea, la idea de administrar un probiótico es restaurar la flora intestinal. Es obvio que unas cucharadas de agua con bicarbonato no hacen eso. Así que la única forma de producir probióticos caseros es disponiendo de unos cultivos bacterianos hechos en casa. Sin duda, complicado y, sobre todo, riesgoso.
Por cierto, la mayoría de los yogures comerciales tampoco son probióticos. Se trata de productos pasteurizados que no contienen bacterias viables.
Dr. Javier Garrido.
Secretario de Educación Médica Continua.
Filial Nva. Esparta.