Dra. Mirluy Grelis Vera.
CUANDO NACE UN NIÑO CON SÍNDROME DE DOWN
El Síndrome de Down, también llamado Trisomía 21, es una alteración genética que ocurre en la división celular durante la fecundación, provoca material extra en el par 21 resultando en 47 cromosomas en lugar de 46. Los niños con Síndrome de Down presentan una serie de características físicas singulares, que corresponde a una variación genética y no a una enfermedad. Forma parte de la humanidad desde hace miles de años y aparece en todas las razas, culturas y niveles socioeconómicos. Muchas familias con niños con este Síndrome, han experimentado en algún momento protección, rechazo, tristeza, frustración, inseguridad, enfado, rabia y vergüenza, que son sentimientos normales, que se van estabilizando y en donde se requiere que la vida sea lo más normal posible. Estos niños deben ser evaluados, considerando cuatro exploraciones médicas básicas: metabólicas, del aparato cardiovascular, aparato digestivo y aparato locomotor, es decir, Pediatra, Endocrinólogo, Cardiólogo, Gastroenterólogo y Traumatólogo; a pesar de los trastornos y enfermedades asociadas a este síndrome, no necesariamente tiene porqué padecerlas, por lo tanto hay niños que presentan algunas enfermedades y otros son completamente sanos. En relación a su desarrollo, son un poco más lentos, pero, adquirirán las habilidades necesarias como sentarse, andar, hablar y leer. Sin embargo, es necesario el trabajo diario y constante de la familia, en especial de los padres, de tal manera que todas las capacidades sean potenciadas, por lo que es necesaria la estimulación, permitiendo que se sienta motivado por su entorno, logrando la activación de las funciones del cerebro. Se les debe estimular sus sentidos: la vista, a través de los colores y las formas; el oído, por medio de canciones y música; el tacto, por intermedio de las texturas, formas y tamaños; el gusto, con la oferta de diferentes sabores siendo aprobado por su edad; y el olfato, a través de olores agradables y desagradables pero no perjudiciales. Paralelamente debe ser estimulada su atención, hablándole al niño de forma lenta y clara, y vigilando si al escuchar fija su mirada en el hablante. El lenguaje debe ser estimulado a través de la risa, la imitación y los juegos, mientras su dinamismo a través de ejercicios, juegos, juguetes y caricias. Estos niños deben ser queridos y aceptados, como un miembro más de la familia, quienes tienen derecho a ser respetados y educados, a participar en la vida de su ciudad, a amar y ser amados, a tomar decisiones, pero también tienen obligaciones, recordando la importancia de la autonomía e independencia cuando llegan a ser adultos, por lo que la meta durante su crianza debe tener como norte: Formar un adulto responsable y capaz de sentirse bien consigo mismo.
Dra. Mirluy Vera Grelis.
Pediatra-Puericultor
Secretaria de Finanzas
Filial Anzoátegui.