Dra. Iraida Zacarías.
LA FAMILIA COMO FORMADORA DE VALORES
La Familia es el pilar fundamental en toda sociedad, ya que es el lugar ideal para forjar los valores y normas de convivencia, estos valores se deben fomentar para la conservación de una sociedad con principios que sirvan de base para el buen desarrollo de la misma. La vida familiar es algo que nos identifica y nos marca hacia un futuro. Nosotros como comunidad tenemos que reflexionar sobre la trascendencia, el futuro de la familia y su impacto sobre la comunidad, todos debemos participar de forma integral en una estrategia, no podemos dejar la responsabilidad a los gobernantes, es responsabilidad de todos, padres de familia, médicos, estudiantes, maestros, empresarios, etc.; todos somos responsables de la pérdida de valores que actualmente vivimos, es por eso que como familia debemos forjar buenos valores en todos los integrantes. El valor de la familia se basa en la presencia física, mental y espiritual de las personas en el hogar, con disponibilidad al diálogo y a la convivencia, haciendo un esfuerzo por cultivar los valores en la persona misma, y así estar en condiciones de transmitirlos y enseñarlos. Entre los miembros de una familia se establecen relaciones personales que entrañan afinidad de sentimientos, de afectos e intereses que se basan en el respeto mutuo de las personas. Al nacer, nuestros hijos no son ni buenos ni malos, desconocen las normas que rigen su familia o su sociedad. Su conciencia ética se va desarrollando con el paso de los años. Pero necesitan nuestra ayuda ya que no llevan ningún chip incorporado que les diga si sus actos son correctos o incorrectos, lo que está bien o lo que está mal. Por eso es tan importante enseñar los valores cívicos que les permitan desarrollarse y convivir en una sociedad plural.
Todos los padres deseamos que nuestros hijos se comporten de forma educada, pero sin que se conviertan en niños temerosos o conformistas, ni transformándonos nosotros en padres exigentes y quisquillosos. Durante los primeros años nuestros hijos aprenden tanteando el terreno y probando cosas. A través de pequeños actos, ellos van percibiendo qué está bien y qué no debe hacer. A partir de los 3 años de edad, ya saben ver en otros niños lo que hacen mal y lo que hacen bien: “Santiago se porta mal porque da patadas” o “Sofía siempre juega conmigo”. A partir de los 5 y 6 años, los niños tienden a mirar a los adultos y ver en ellos el claro ejemplo de lo correcto: por eso intentan ser como ellos y comportarse como ellos, de esta manera aprenderán mucho sobre valores. Lo más importante: el ejemplo que dan los padres en su forma de relacionarse con los demás, de pedir las cosas, de ceder el asiento, de repartir lo que les gusta, de renunciar a algo, de defender a alguien, etc. Un comportamiento de los padres que transmite tolerancia, respeto, solidaridad, confianza y sinceridad empapa a los hijos de todos estos valores y aprenden a actuar respetándolos siempre.
Dra. Iraida C. Zacarías Narváez.
Presidente Filial Anzoátegui.
SVPP